Descansaba envuelta en una manta, con unas hierbecillas humeantes al lado. Seguía tiritando, cuarto día….fiebre sin foco de predominio vespertino…cefalea pulsátil, frontal, con sono y fotofobia.

Mejor olvidarse de los libros y de las “palabrejas doctoriles”, al menos un par de días…..mentalidad zhen….Será que la vuelta ha sido dura, y tantas carantoñas infantiles al final han dado sus frutos antes de tiempo, pero no puede evitarlo, seguirá achuchando a los bebés y lo sabe.

Junto a ella su libro preferido, el que relee en los ratos libres, menos de los que quisiera…y necesitara. Y de fondo el rumor de su nuevo “okupa doméstico”, extremoduro sonando en la habitación de al lado, risas de una juventud desbordada, esperanza en una universidad que ella sabe perdida.

Sonríe en silencio, hacerse mayor debe significar eso, mirar “desde la barrera”. Es viernes…hay semanas que cuenta las horas para salir, para bailar, para reir acompañada y sin embargo, días como hoy que si su amiga lejana no hubiese vuelto a la “tierrina” dormiría deseando despertar el domingo.

Nunca ha sido de naturaleza depresiva…será el cambio de tiempo, o las “circunstancias”, o la falta de azúcar…pero siente la necesidad de refugiarse en el trabajo, en ocupar su cabeza en respiradores, patologías, guardias, protocolos y artículos….en olvidarse del resto…si es que hay un “resto”.

Cierra los ojos… ¡maldita cefalea!, maldita semana, maldito octubre….

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Un año más…y uno menos. Repasa mentalmente…no pudo ser peor. Como dice la canción…”Fue terrible aquel año”…o aquel día. Y ya han pasado 12 meses. Éste ha sido tranquilo, sin mucho que celebrar pero al menos sin nada que deshacer. Segundos que ponen la vida patas arriba, que obligan a empezar de nuevo cuando parece todo mentira, que te sacan de la carretera. Un año “aprendiendo” a vivir de nuevo, y aún lo hace tropezando.
Empezar a vivir en un piso demasiado grande, a sonreír en un trabajo demasiado estresante, a adorar a unos niños que no son los suyos, a echar de menos los buenos días al despertarse…y volver… a las noches en vela, a los “puntos de no retorno”, a los domingos de tertulia, a emocionarse aquel 15 de Mayo. Volver otra vez…a las mismas playas, a las mismas calles, a los mismos bares, a la misma gente, a los mismos errores.
Se hace mayor, y sin embargo los errores siguen siendo los mismos…una y otra vez. Los analiza 1000 veces y a la 1001 toma otra decisión distinta. Las cosas importantes siguen siendo las que no se dicen.
Y así pasa los días…hasta el año que viene.

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Repasa mentalmente....una y otra vez, todas las cosas que tiene que meter en la mochila, con emoción, con nervios, con esperanza. Sabe que lo mejor de los viajes empieza los días antes.

Mira a la mochila, que buenos recuerdos....como el anuncio de ¿brugal? menos maleta y más mochila, que no se note que te haces mayor. Con ella vivió sus mejores viajes....áun recuerda las risas, el frio, la comida en lata, los idiomas imposibles y de repente el calor, los baños prohibidos, la tuna alegre y todas juntas, cuando aún era fácil coincidir..(que no se note que te haces mayor). Años después, un camino, un camino que empezó serpenteante y un poco alborotado y que acabó...en realidad, aún no ha acabado. Las largas caminatas, las charlas, las queimadas, las someras...y el amor improvisto.

La última vez que hizo esa mochila se llevó con ella esperanza, amor, risas, charlas, conexión...miedo y muchos besos...a aquel viaje al sur, a las playas infinitas, a las carreteras lejanas, a las canciones alegres, a las casitas blancas, a la arena en su pelo, a la eternidad...que no fue eterna.

La mira, y parece que guarda un poquito de cada uno de esos viajes. Recupera la sonrisa metiendo cosas, soñando su viaje. Ha vuelto el espíritu mochilero, o perrofláutico a su vida. Quizás nunca lo perdió, sólo lo aparcó hasta nuevo aviso.

Le encanta viajar...

Recuerda conversaciones de madrugada, propuestas de viajes sin fin...Cierra los ojos y siente una punzada, no le ha gustado el recuerdo, ¿o sí?, al menos no el resto de recuerdos que encadena. Ólvidalo, ólvidalo, sigue haciendo la mochila, hoy es un día alegre.

Piensa en el son, en los habanos, en la revolución, en sierra maestra, en Santa Clara, en el Ché...hasta la victoria siempre. Piensa en dos viejas amigas, dos hermanas compartiendo confidencias....tristezas....risas y charlas....compartiendo un viaje que sabe, este sí será eterno.

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Todo estará bien si el olor de ese jersey te lleva a casa....

Se quedó pensando en esas palabras, de esa película que siendo cómica, hizo que las lágrimas brotasen a borbotones...

Aún recuerda ese olor, ese olor que sin quererlo aún se cuela por los rincones, en un viejo libro, en alguna carta que no tirará....un olor que ya sólo es un recuerdo, un recuerdo dulce, sin embargo.

No volverá a olerlo, al menos no tanto.... tampoco quiere. Pero no puede evitarlo, igual que para las caras tiene demasiada facilidad para asociar olores.

Cierra los ojos mientras escucha la frase....y no puede evitarlo, lo huele, y lo siente... ese olor sigue haciendo que se sienta en casa. Sigue recordándole el verano, el mar, la hierba, las sábanas recién puestas para ella, la felicidad de una mirada, las manos entrelazadas, los besos con sabor a sal, la vida....su casa, la de los dos....

Llegó a casa, abrió el último cajón de la mesita, el de las causas perdidas....y allí estaba aquel olor, colándose un poquito en su nueva casa, en su ¿nueva vida?. Y cerró el cajón rápido, muy rápido.

Tendría que empezar a saber vivir con él, a intentar conocer otros olores, a sentirse en casa....en su casa.

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